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El suelo, punto de partida de la competitividad 

El 5 de diciembre se celebra el Día Mundial del Suelo, una fecha que invita a mirar con más profundidad un recurso que solemos dar por sentado. Hablamos de producción, rendimientos, mercados internacionales, logística, certificaciones y normativas. Sin embargo, todo lo que sucede en la cadena agroindustrial empieza en el mismo lugar: el suelo. 

A escala global, la presión sobre los suelos es cada vez mayor. La degradación, la pérdida de materia orgánica, el avance de las fronteras agrícolas sobre ecosistemas sensibles y la intensificación productiva son procesos que afectan directamente la calidad de este recurso. Y aunque estas dinámicas son internacionales, su impacto es especialmente relevante en regiones como Latinoamérica, donde la competitividad depende en gran parte de lo que sucede debajo de nuestros pies. Cuidar el suelo es una obligación económica y un requisito para sostener la producción en el tiempo. 

Hablar de “cuidar el suelo” no es solo una consigna ambiental. Un suelo sano implica estructura estable, buena infiltración, materia orgánica suficiente, biodiversidad y capacidad de sostener ciclos productivos sin degradarse. Cuando estas condiciones se deterioran, también se deteriora la capacidad de producir, de responder a eventos climáticos extremos y de cumplir con las exigencias de los mercados que exigen garantías sobre el origen de lo que compran. 

 

De cuidarlo a demostrarlo: el nuevo desafío 

En el Día Mundial del Suelo vale preguntarse cómo demostramos que lo estamos cuidando. El desafío actual del agro no es solo trabajar mejor, sino poder mostrar evidencia. El mundo exige trazabilidad, datos verificables y cumplimiento de normativas. Compradores europeos, cadenas de retail, certificadoras y organismos internacionales quieren pruebas claras sobre el uso del suelo, el historial productivo y el impacto ambiental asociado a cada lote que entra en una cadena de suministro. Es en ese punto donde la tecnología dejó de ser una opción y pasó a ser parte de la columna vertebral del negocio. 

Cuando el suelo se vuelve dato: trazabilidad y EUDR 

Agrobit trabaja desde hace años en esa línea. La creación de Susterra surge justamente para cubrir una necesidad que venía creciendo en toda la región: transformar la sustentabilidad en algo medible, auditable y útil para la toma de decisiones. La plataforma permite entender el suelo desde datos concretos. En este sentido, el módulo de uso histórico del suelo se volvió una herramienta clave para validar prácticas pasadas, verificar si hubo o no actividades asociadas a deforestación y generar documentación necesaria para cumplir con regulaciones como la EUDR (Reglamento de la Unión Europea contra la Deforestación). Este tipo de validaciones dejó de ser un diferencial y se transformó en un requisito de acceso a mercados que exigen más. Para muchas empresas, contar con información ordenada y verificable sobre el uso del suelo es, literalmente, la diferencia entre poder entrar a esos mercados o quedar afuera. 

El valor del suelo empieza a aparecer cuando toda la información geoespacial (imágenes satelitales, índices de vegetación, capas ambientales, información climática) se integra en una visión completa que permite comprender qué está pasando en cada campo y cómo ese comportamiento impacta en el negocio. El suelo deja de ser una “foto” y pasa a ser una línea de tiempo viva, donde se pueden identificar cambios, alertas o patrones que ayudan a decidir mejor. Esta trazabilidad resulta especialmente relevante en países con superficies extensas y cadenas productivas complejas, donde el monitoreo manual es complicado y la automatización es la única forma de garantizar transparencia y consistencia en la información. El suelo, como recurso, se vuelve visible en los tableros de gestión y en los reportes que sustentan decisiones comerciales, financieras y ambientales. 

Del reporte aislado al sistema operativo del negocio 

Pero quizá el aspecto más transformador es que Susterra no se queda en lo ambiental. Uno de los problemas habituales en las empresas agroindustriales es que la información ambiental está aislada: se gestiona por un lado, la producción por otro y la logística en otro sistema. Cuando los datos no conversan, es imposible tener un panorama real del impacto o del riesgo. Integrar la información del suelo con los flujos de operación permite que la sostenibilidad no quede relegada a un reporte anual, sino que forme parte del sistema operativo del negocio. La sostenibilidad empieza a tomar un rol práctico: ayuda a mitigar riesgos regulatorios, facilita auditorías, agiliza la documentación para exportación y aporta claridad para comunicar resultados a compradores y organismos certificadores. Y, sobre todo, permite que el estado del suelo y las decisiones que se toman sobre él se traduzcan en indicadores concretos que cualquier directorio pueda leer. 

Latinoamérica frente a las nuevas exigencias globales 

La importancia del suelo también está cambiando la forma en que los países se relacionan con sus mercados. Argentina, por ejemplo, tiene un sistema productivo consolidado y tecnificado, pero enfrenta crecientes exigencias globales relacionadas con deforestación cero, trazabilidad del territorio y documentación histórica. Brasil vive un escenario similar, donde la demanda internacional por información ambiental precisa obliga a las empresas a demostrar, de manera transparente, que sus prácticas cumplen con estándares que ya son habituales para biocombustibles, lácteos y otros productos. En toda Latinoamérica la transición hacia cadenas de suministro más limpias está en marcha, y quienes adopten tecnologías de registro y verificación serán quienes lideren esta nueva etapa. 

Del suelo como recurso al suelo como activo estratégico 

El Día Mundial del Suelo no es solo una efeméride ambiental. Para el sector agroindustrial, es un recordatorio de que la competitividad futura dependerá de dos habilidades: producir con responsabilidad y demostrarlo de manera confiable. El suelo es el inicio de esa demostración, porque es allí donde se origina buena parte del valor (y también buena parte del riesgo) de cada cadena. 

En Agrobit, este enfoque es central. La visión de Susterra es que la sostenibilidad no sea un área aislada ni un reporte para cumplir, sino un activo que potencia decisiones operativas, abre mercados, mejora la confianza y genera información valiosa que antes no existía o estaba dispersa. La tecnología no reemplaza el conocimiento agronómico, sino que lo amplifica. Permite que cada empresa, productor o cooperativa entienda qué está pasando en su territorio y cómo puede mejorar sin comprometer sus resultados productivos ni su cumplimiento regulatorio. 

Cuidar el suelo no significa solo preservarlo; significa gestionarlo con inteligencia. Significa entender que los datos ambientales ya forman parte del lenguaje de comercio global. Significa anticipar regulaciones que llegarán, demostrar prácticas que se exigen y asegurar que cada hectárea tiene respaldo documental.  

El suelo es la base física de toda la cadena agroindustrial, pero también es la base simbólica de un nuevo modelo productivo donde la sustentabilidad ya no es un concepto abstracto y se convierte en una herramienta concreta de competitividad. Por eso, en este Día Mundial del Suelo, Agrobit reafirma la importancia de integrar tecnología, trazabilidad y gestión territorial para que las empresas agrícolas de Latinoamérica puedan avanzar hacia un futuro donde producir y demostrar responsabilidad ambiental vayan siempre de la mano. Este es el camino que ya estamos construyendo junto a empresas, productores y cooperativas de la región. 

Conoce más sobre lo que venimos trabajando hace tiempo aquí.

 

 

 

 

 

 

Post by Agrobit
Dec 5, 2025 7:30:01 AM

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